América Latina, a renovar pero con energía

El evidente agotamiento de las reservas energéticas exige un mayor aprovechamiento de las fuentes de energía no convencionales como la geotermia, la energía solar y la energía eólica.

Al mismo tiempo que las economías del continente se desarrollan, es necesario pensar en fuentes de energía alternativa que aseguren la sostenibilidad en una época en que la demanda energética continúa incrementándose.

En la actualidad, el consumo más alto de energía en Latinoamérica recae en el sector transportador con un 35,3%, seguido por el sector industrial con un 30,5%,  el sector residencial con 13,6% y el sector comercial y público que consumen conjuntamente 6,6%. El 10,7%  de la energía total se usa para el refinamiento de  petróleo, gas y  en la generación, distribución y transformación de electricidad.

Adicionalmente al consumo interno, las economías de los países latinoamericanos exportadores de fuentes energéticas, en particular de petróleo, tienen un reto aun mayor si quieren seguirse beneficiando con el aumento de la demanda mundial, presionada por economías en proceso de consolidación como la China, que para el año 2020 necesitará 15,4 millones de barriles de petróleo por día.

Frente a este panorama, los países exportadores deberán trabajar en ampliar la capacidad de extracción de sus reservas energéticas, lo que probablemente conllevará cada vez más a mayores niéveles de integración.

Un ejemplo de la situación energética actual está en Colombia, donde si se mantiene el crecimiento de consumo actual, para el año 2022 el país deberá esperar un aumento de la demanda energética interna del 110%  y si se tiene en cuenta que la producción de energía crece al 2,5% por año, desde ya se puede dimensionar la necesidad de nuevos yacimientos de petróleo y la implementación de energías renovables, si se quiere satisfacer la demanda en el exterior del petróleo y carbón extraído en territorio colombiano.

Pero para abordar el tema de la energía hay que tener clara la diferencia entre energías primarias y secundarias. Las energías primarias, como el petróleo o el carbón, se transforman mediante procesos de conversión en formas de energía más adecuadas que caben dentro del concepto de la energía secundaria, como la energía eléctrica y los combustibles más limpios.

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